PROCESOS ELECTORALES, CONFLICTOS Y LEGITIMIDAD EN LA HISTORIA DE AMÉRCIA LATINA
En el marco del XXXVIII simposio De Historia y Antropología
Fotografía: Moisés García |
Una de las contradicciones más
grandes en nuestro sistema de gobierno es la Democracia. En teoría deben ser
los mexicanos en conjunto quienes debemos tomar
las riendas sobre las decisiones que guiarán el rumbo de nuestra
historia como país, sin embargo sucede que estas decisiones están limitadas a
una minoría de representantes ambiciosa
de poder, elegida a su vez por una minoría de ciudadanos, en comparación con la
cantidad de habitantes en calidad de votantes.
En sexenios recientes se ha
promovido fuertemente la participación de los ciudadanos en los procesos
electorales, pero los organismos oficiales olvidan comunicarnos que tales
procesos se encuentran plagados de
marañas estratégicas (ilegalidades)
para beneficiar a un determinado
partido político, y consecuentemente una determinada clase ideológica y social.
El resultado es la apatía colectiva y la poca credibilidad que
tienen los mexicanos sobre los organismos electorales y sobre los políticos, que funcionan como fichas de ajedrez para las clases que ostentan el poder.
La ausencia del pueblo de México en los procesos electorales desde Guadalupe
Victoria hasta la fecha, la
ponencia presentada por el Maestro en Historia Arturo Lomas Maldonado (UNAM) este
viernes 22 de febrero, deja más que en claro que la historia electoral (cuando
la hubo) desde la independencia del país ha sido definida por irregularidades, falta
de transparencia, inconstitucionalidades y arbitrariedades.
La falta de legitimidad en la sucesiones gubernamentales es una piedra con la que
tropieza México una y otra vez. El problema pueden ser los ciudadanos, en
parte, pero el más grande error es la falta de líderes, convencidos del interés
general y la preparación humana e intelectual para dirigir el progreso de la
Nación.
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