Ilustración: Dora Pz. |
“Según datos de Fundar,
desde el 2007 la Presidencia de la República ejerce el doble de lo aprobado por
los legisladores para el concepto de “Comunicación Social y Publicidad”. Tan
sólo en el 2011 esta instancia erogó 5,027 millones de pesos. En los estados la situación es aún más
grave, un tercio de los Gobiernos Estatales ni siquiera publican sus gastos de
comunicación, lo que representa una flagrante violación al derecho de
Transparencia y Acceso a la Información. Los que si publican estos datos
revelan que su gasto se duplicó del 2005 al 2010. Estos
miles de millones de pesos, del erario público, van a acabar en manos de los
concesionarios de Radio y Televisión, así
como en las de los dueños de los periódicos. Basta con hojear la prensa
local de cualquier estado para atestiguar hasta qué grado se está violentando
la libertad de información de la ciudadanía; el gobernador en todas las
primeras planas, odas, disfrazadas de notas, a la administración local. Encomio
comprado, con los impuestos de la gente. La situación es muy grave, toda vez
que no hay una regulación a este tipo de compraspublicitarias” (http://elsemanario.com.mx/revista_semanal/395_21_27_jul/gonzalez/index.html)
Desafortunadamente
el problema del chayote o la mordaza no sólo depende de Periodistas o
Comunicólogos que se venden, el gran pez está del otro lado, del gobierno, pues
es capaz de manipular los bolsillos de algunos ambiciosos que prefieren las migajas
del gasto público con sólo embellecer y
adular las acciones e incompetencia de la bestia clase en el poder, la cual también condiciona la libertad, el trabajo, la
felicidad y hasta la vida de aquellos que no se dejen seducir por sus garras de
oro. Así tenemos periodistas que viven bajo amenazas diarias y dificultades en
su ejercicio laboral como el caso de la
periodista Ana Luisa Pacheco, que se atrevió a criticar los
procedimientos irregulares en la candidatura de Guillermo Padrés Elías.
El
chayote, es una manifestación del engaño social y la decadencia mediática, frena
la libertad de pensamiento, promueve el conformismo, bloquea la comunicación
eficaz, y nos quita de las manos una de las mejores armas de la evolución y la
libertad humana: los medios de comunicación.
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